BATMAN BEGINS
El director británico de 35 años Christopher Nolan (Memento, Insomnio) se encarga de esta precuela (lo de las precuelas en el poco imaginativo Hollywood va camino de convertirse en plaga) que cuenta cómo Bruce Wayne, heredero de uno de los prohombres de la ciudad de Gotham, se convirtió en el murciélago vengador y justiciero ya bien conocido por los lectores del cómic creado en 1939 por el neoyorkino Bob Kane (1915-1998), que confesó haber fundido en Batman características de otros personajes de ficción como El Zorro, La Sombra y el Conde Drácula. Más adelante, el héroe saltó a la gran pantalla, gracias al desarrollo de la tecnología y los efectos especiales, en las cuatro películas precedentes (dos de Tim Burton -1989 y 1992- y dos de Joel Schumacher -1995 y 1997-).
La quinta entrega de la serie Batman begins, con un impresionante presupuesto de 135 millones de dólares, cuenta con un director solvente , acostumbrado a thrillers con mucha carga dramática y compleja estructura, que parece haber querido dotar al personaje protagonista de mayor peso, especialmente gracias a la gran ayuda que le presta un grupo de ilustres actores veteranos (Caine, Neeson, Freeman, Wilkinson, Hauer, Oldman), que dan prestigio a la película y han debido llevarse buena parte del presupuesto.
El guión lo escriben David S. Goyer (Blade: Trinity) y el propio Nolan, y tiene de todo: hay un arranque estupendo y secuencias muy bien escritas, pero también hay bastante relleno (la función dura 134 excesivos minutos) en forma de peleas y persecuciones muy vistas.
Parece claro que la parcela menos cuidada es la del diseño de producción, con unos decorados y unos efectos digitales inferiores a los de episodios anteriores. En cambio, no hay nada que reprochar a la fotografía, el montaje y la música, que son muy buenos.
El actor inglés de 31 años Christian Bale -aquel chaval conmovedor de El imperio del sol- construye muy bien su personaje y no desmerece de los colegas que le precedieron (Keaton, Kilmer y Clooney), es más, los supera.
Desde 1989, Batman se ha convertido en una máquina de hacer dinero a pesar de los elevados presupuestos (35, 80, 100, 110 y 135 millones, respectivamente). Parece claro que Nolan ha querido potenciar la humanidad del personaje doble Bruce Wayne-Batman.